Mitología precolombiana

Los mitos y las leyendas que forjaron el Nuevo Continente

(actualisé le )

¿Cuál fue el origen de las civilizaciones que poblaban América antes de que los conquistadores llegaran allí? Quién sabe. Aquellos primeros americanos y todo lo que les rodeaba continúan siendo un auténtico misterio

GEMA G.MARCOS

Oscura, incierta y tan apasionante como cualquiera de sus mitos. Así es la historia del origen de los americanos. Se supone -al menos ésa es la teoría más difundida- que los primeros grupos humanos que habitaron América llegaron allí procedentes de Siberia.

Fue durante el último periodo glaciar, entre el año 40000 y el 10000 antes de Cristo. En aquella época, el nivel del océano entre Asia y América descendió hasta dejar al descubierto una especie de puente de tierra y hielo conocido como Beringia. Esta especie de lengua de tierra conectó ambos continentes por el norte a la altura de Alaska.

Ante esta situación tan propicia, un grupo de tribus siberianas nómadas se decidió a cruzar el charco a pie en busca de tierras cultivables o, quién sabe, siguiendo la estela de las manadas de mamuts. Hoy esto sería imposible, ya que en el estrecho de Bering, el que separa ambos continentes, las aguas del océano son especialmente violentas. A esto hay que añadir unas pésimas condiciones meteorológicas. Vamos, que si estos nómadas lo intentaran en la actualidad fracasarían.
El caso es que estos primeros pobladores de América entraro
n por el norte y descendieron hasta el sur, estableciéndose en Suramérica hacia el 9000 a.C.

Esta es la versión más o menos oficial. Otra teoría, más atractiva y también fantasiosa, se basa en una de las historias más fabulosas jamás contada: la de la Atlántida, también conocida como el Continente Madre.

Al parecer, los antiguos moradores de América afirmaban que procedían de una isla ubicada donde sale el sol -en el Atlántico- y no donde se pone, que es precisamente en el Pacífico.

Pero adentrémonos en los misterios y mitos de estas civilizaciones. Por ejemplo, ¿nunca te has preguntado cómo medían el paso del tiempo? Porque para nosotros resulta lo más natural pensar en el día de hoy como en una más de una sucesión preestablecida de acuerdo a un esquema de horas, semanas, meses, años, siglos o milenios, pero ¿cómo se organizaban en aquellos lejanos años? Pues los mesoamericanos resolvieron el problema con relativa facilidad y, desde luego, con mucha precisión.

Para ellos, el calendario era una cuestión de vida o muerte desde el punto de vista sagrado. El primero era el Gran Calendario Solar, que estaba dividido en 18 meses de 20 días cada uno con sus propios signos: cocodrilo, viento, lagarto, agua, casa, perro, hierba, junco, lluvia, flor, etc.

Estos pueblos remotos también tenían sus teorías sobre cómo se creó el mundo. En sus libros sagrados se dice que, en un principio, los dioses hicieron a los hombres con el único objetivo de que éstos trabajaran para ellos.

Según los incas, sus más remotos antepasados surgieron de tres cuevas ubicadas cerca de Cuzco. Sus padres mitológicos fueron seis: tres hermanos y tres hermanas. Todos vestían mantos y camisas de lana fina. O sea, que hay versiones para todos los gustos. Algunas más científicas. Otras más fantasiosas. ¿La verdad? Eso nunca se sabrá a ciencia cierta.

LAS ESTRELLAS

Las primeras observaciones de las estrellas y de los planetas del Universo

Los pueblos precolombinos no sólo se preocupaban de conocer el tiempo en el que vivían, sino también el lugar en el que lo hacían. Y para ello no sólo exploraban la tierra y el mar. También miraban al cielo para intentar adivinar lo que se cocía por allí arriba. ¿Cómo lo sabemos? Pues, fundamentalmente, gracias a la quincena de los observatorios que ellos construyeron en todo el continente y que aún se conservan en la actualidad. Pero que nadie se confunda. La Astronomía no fue ningún capricho para estas civilizaciones, que eran capaces de predecir eclipses solares y lunares, los ciclos del planeta Venus o los movimientos de las constelaciones. De todas formas, lo más interesante de sus estudios sobre el cielo era la parte mitológica del asunto. Y es que los sacerdotes de la época no concebían el baile de estrellas como un conjunto de simples desplazamientos mecánicos, sino como actividades divinas.

Así, por ejemplo, en la región central de México se relacionaba la primera aparición de Venus en la mañana con el dios Tlahuizcalpantecuhtli. Según un estudio publicado a comienzos de los 90, la versión clásica del viaje de los héroes mayas Hunahpú e Ixbalanqué a través del infierno se podía apreciar cada año durante el desfile de las constelaciones a través de la eclíptica.

Visto lo visto, no es extraño que el estudio del cielo nocturno haya podido servir de modelo estructural básico en el desarrollo de la mitología americana. Un modelo que, por cierto, siempre tuvo muy en cuenta este viejo proverbio: “El hombre es hijo del barro, pero también de las estrellas”.

CODICES
Si misterioso es el origen de los americanos, no resulta menos interesante averiguar cómo adquirieron un nivel de conocimientos que les permitiera diseñar maravillas como sus Códices o Libros Pintados. Básicamente, éstos eran volúmenes pictóricos, algunos de ellos con comentarios en lenguas nativas, dibujados por mayas y aztecas. Estas ilustraciones, a medio camino entre el tebeo, el terror y el arte sacro, se confeccionaban sobre tiras de piel raspada de venado o sobre corteza de árbol.

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