Europa, año cero (y II) Adriano Erriguel
Este sistema conviene a demasiada gente, reúne a una coalición de intereses demasiado grande, y por eso será capaz de subsistir, aunque carezca de toda legitimación teórica o política.
El mundo que vendrá
La idea de que “ya nada será como antes” es un lugar común repetido en la era del coronavirus. Podemos pensar que efectivamente así será, y de ahí el aspecto “escatológico” al que nos referíamos en el anterior artículo. Pero cabe también pensar que ese cambio, por muy radical que sea, no se producirá de la noche a la mañana. Al fin y al cabo, toda forma de organización humana se sostiene, en primer término, por el miedo al vacío.
Para valorar el impacto final que tendrá esta pandemia es preciso distinguir, ante todo, la dimensión moral y la dimensión institucional. Una cosa es pensar que la “sociedad abierta”, las Naciones Unidas o la Unión Europea han sido las víctimas intelectuales de esta crisis, y otra cosa es pensar que las instituciones vigentes vayan a ser las víctimas reales, al menos por un tiempo. Eso es algo sobre lo que alerta el filósofo francés Marcel Gauchet, quien se muestra escéptico ante cambios radicales y señala que “una vez que el virus se haya ido, las cosas retomarán el ritmo de antaño. En cualquier caso, se intentará que así sea. Este sistema conviene a demasiada gente, reúne a una coalición de intereses demasiado grande, y por eso será capaz de subsistir, aunque carezca de toda legitimación teórica o política. Además, ha sido construido precisamente para eso: podréis detestarlo, pero no os podréis deshacer de él”. Por otra parte – añade Gauchet – “el carácter excepcional de esta crisis y su impacto profundo sobre la economía real jugarán a favor de las soluciones ya conocidas, porque la prioridad será la recuperación económica a todo precio y en el plazo más corto posible”. En consecuencia – concluye – nos encontraremos en “un contexto favorable para los mundialistas y los librecambistas de todo pelaje que dominan la profesión económica, incluso si la intervención masiva por parte de los Estados pasa a un primer plano”.[1]
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