Cinco consejos para que el sexo en la siesta sea apoteósico

(actualisé le )

Lucía Martín

No, no lo han preguntado en la última encuesta del CIS, pero me atrevería a decir que en esta materia casi habría unanimidad entre los españoles, tan poco dados a los acuerdos, sólo hay que ver a la clase política: la hora de la siesta es la mejor para echar un polvo. O dicho de otra forma: follar después de comer (esta frase suena casi a título de film) y luego, si da para siestecita corta, es el summum del placer.

Es indudable, la hora de la siesta es la mejor siempre y cuando sepas montártelo. Por eso te damos cinco consejos prácticos para que el polvo del mediodía sea apoteósico:

1. Previamente no te metas entre pecho y espalda un cocido, un codillo o unos callos con garbanzos, por ejemplo. Las comidas pesadas son augurio de digestiones costosas y, sobre todo, de sopor. Y el sopor y el sexo maridan mal porque … ¿cuál es tu objetivo, que empotres a la parienta contra la encimera de la cocina o que caigas como un leño en el sofá y empieces a roncar como un lechón?

2. Desenchufa el teléfono: no porque te vaya a llamar tu madre o tu padre, que son, dadas sus edades, más de llamar con la fresca a las ocho de la mañana, incluso en domingo. Pero de todos es conocido que la hora de la siesta, alrededor de las cuatro de la tarde, es la preferida de las operadoras de telefonía móvil o de las empresas de gas. No sabemos quién habrá sido el Belcebú que les ha formado en las técnicas de sugestión o más bien de encabronamiento que utilizan los súbditos encargados de marcar el número de cualquier españolito a la hora de la siesta, pero nos atrevemos a decir que, en general, fue una persona odiada desde su más tierna infancia. Así que mejor desenchufa el teléfono para que un cantarín “Hola, le llamamos de X, ¿es usted Agapito Martín García?” no interrumpa tus orgasmos.

3. Estamos en verano, hace una media de 40 grados a la sombra. Con esto queremos decir que, sin necesidad de que pierdas el tiempo en grandes organizaciones, conviene follar cerca del aire acondicionado o, en su defecto, frente al ventilador, que aunque lo único que hace es remover el aire caliente, da sensación de fresquito. Ya vas a sudar con el ejercicio físico, así que ayúdate con algo de frescor.

4. No tiene por qué ser el maratón-polvo, es la hora de la siesta, un espacio temporal donde apetece más a quick one, que dirían los ingleses, un desfogue pasional tras la comida, un follar sin contemplaciones y sin preliminares, para luego quedarse a gustito al lado del otro y dormirse una siestecita. Se impone quitarse la ropa con prisa como si hubiera que ir a trabajar (pero con la tranquilidad de saber que estamos de vacaciones) y una penetración sin contemplaciones, todo aderezado de buenas embestidas, como si no hubieras follado en un mes o dos, y de besos pasionales. ¿Resultado? Los dos quedaréis sudorosos y con los genitales ligeramente doloridos, pero más a gusto que un ocho.

5. No hay reglas. Y con esto queremos decir que si tras el polvo inicial, que fue corto pero intenso, y tras la minisiesta te apetece seguir con el fornicio, bienvenido sea. Este segundo polvo sabrá incluso mejor que el primero y será más pausado, porque para eso te quitaste las ganas locas con el anterior. Y después ya, una duchita y a disfrutar de un buen gin-tonic o de un mojito, que para eso estamos en vacaciones.
(*) Lucía Martín es periodista y autora de ‘Hola, sexo? Anatomía de las citas online‘ (Arcopress, 2015).

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