RAMÓN J. SENDER El imaginativo escritor costumbrista

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‘Schumann y Eolo’ fue la primera pequeña narración de Ramón J. Sender. Para crearla, el escritor aragonés se inspiró en el sonido que hacía el viento al entrar por una ventana del convento de San Francisco de Tauste, una pequeña localidad zaragozana donde Ramón conoció a Valentina, la protagonista de su gran obra ‘Crónica del alba’. La imaginación y las ganas de vivir han hecho de este personaje uno de los autores más traducidos de todos los tiempos. Aún así, es desconocido para la mayoría de los mortales

JORGE BARRENO

Republicano hasta la médula durante sus años mozos, mal hijo, mal padre, viajero incansable, imaginativo aprendiz de las costumbres españolas y, ante todo, dualista.

Ramón J. Sender sigue siendo, 106 años después de su nacimiento, uno
de los autores españoles más traducidos. El escritor, nacido en un pequeño pueblecito de la provincia de Huesca, supo aunar periodismo y literatura, de la misma manera que el recientemente fallecido Ryszard Kapuscinski, pero un siglo antes.

Sus obras, de carácter realista, fueron el reflejo de sus múltiples experiencias. Sátira, costumbrismo, filosofía, alegoría, realismo. Cultivó gran cantidad de estilos y géneros, aunque se especializó en el reportaje-novela. Sus libros más leídos siguen siendo Réquiem por un campesino español (1960) y Crónica del alba (escrita en 1942 pero publicada mucho más tarde debido a la situación de represión en la que vivían los ciudadanos españoles).

“Fue un escritor con una obra muy amplia, irregular, que retrató la España de la guerra”, manifiesta Miguel Ángel López, profesor de Lengua y Literatura del Colegio Salesianos de Zaragoza. “Dominaba el lenguaje y recreaba los ambientes a la perfección. A mí, la obra que más me gusta es Réquiem por un campesino. Refleja muy bien el ambiente de la posguerra, las rencillas y las envidias en los pueblos y el eterno dilema de delatar al vecino”.

Cultivó la novela, el ensayo, el cuento, el teatro e incluso la poesía. A pesar de su prolífica y magnífica producción, son pocos los alumnos que saben quién era Ramón J. Sender, pues su obra está infravalorada. “Es una pena que la literatura de guerra se estudie muy por encima. En la enseñanza se pone a unos escritores y se quita a otros. Los criterios de selección no siempre están claros. Suelen ser simples modas”, confiesa Miguel Ángel. Aunque no lo parezca, también es divertido saber cómo vivían y cómo sentían nuestros abuelos.

Duros inicios

LARGA VIDA. Ramón José Sender Garcés nació el 3 de febrero de 1901 en Chalamera –Huesca–. Murió el 16 de enero de 1982 en San Diego, –California–.

ALUMNO AVENTAJADO. Espabilado y precoz, a los 10 años comienza el Bachillerato como alumno libre. El capellán del convento de Santa Clara de Tauste, Mosén Joaquín, dirige sus estudios, examinándose en Zaragoza.

AVENTURAS CAPITALINAS. Acabado el Bachillerato, y con tan sólo 17 años, Ramón marcha a Madrid. Solo y sin dinero, tiene que dormir en un banco de El Retiro durante tres meses. Día a día se lava en las duchas del Ateneo. Con el fin de mejorar su situación elabora sus primeros artículos y cuentos que publica bajo seudónimo en El Imparcial, El País, España Nueva y La Tribuna.

DE VUELTA AL PUEBLO. Su padre, José Sender, con el que no se llevaba muy bien, le hace regresar a Huesca. En la capital oscense dirige el diario del Alto Aragón, La Tierra.

PRIMERA GRAN OBRA. Al cumplir los 21 realiza el servicio militar obligatorio en Marruecos. Nada más volver ingresa en El Sol, convirtiéndose en un periodista de gran éxito. Imán (1930) fue su primera gran obra.

La bella historia de Valentina en ‘Crónica del alba’

“La sombra de tu madre ha sido como un ángel que me ha perseguido toda la vida”, escribió en una ocasión Ramón J. Sender al hijo de Valentina, Rodolfo. Hay que recordar que Valentina es la niña de la que se enamora el protagonista de Crónica del alba, la obra más importante del escritor, llevada al cine en varias ocasiones. “Se me saltan las lágrimas cada vez que veo la escena en la que Pepe Garcés le dice adiós con la manita a la joven Valentina Ventura, mientras ésta se va de Tauste en un coche negro”, reconoce aún hoy Rodolfo. Pero la vida muchas veces es más bella aún que la ficción.

La obra sublime del escritor oscense está basada en hechos reales. Tauste es una localidad zaragozana de unos 7.000 habitantes. Allí tuvo que ir el padre de Ramón hacia finales de la primera década del siglo XX, pues su primogénito era el secretario del Ayuntamiento. Valentina, de unos ocho años, era la hija del notario del pueblo. Entre los dos surgió un amor que el escritor nunca olvidaría.

Amor–odio español

El escritor aragonés sentía un dicotómico amor-odio por nuestro país. Por una parte, lo amaba. Por la otra, lo repudiaba. En 1942 se traslada a Estados Unidos y se convierte en profesor de Literatura. Allí, Ramón J. Sender se da cuenta de que EEUU “no es un pueblo civilizado, sino tecnológicamente avanzado. ¿Son dignos de liderar al mundo?”. Murió en San Diego el 16 de enero de 1982. Dos años antes había solicitado renunciar a la nacionalidad estadounidense para recuperar la española.

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