Un país de niños sin hermanos

El retraso de la maternidad en España dificulta el deseo de tener más de un bebé - Los problemas de concepción a edad avanzada llenan las clínicas de infertilidad

CARMEN MORÁN - Madrid - 24/11/2007

Una de las características que solía distinguir a las sociedades avanzadas es el acceso a métodos anticonceptivos para limitar la descendencia a voluntad. Ahora, sin embargo, el progreso en este campo se mide en la posibilidad de tener tantos hijos como se desean. Las españolas declaran en las encuestas que quieren tener dos, pero el índice de fecundidad se queda en 1,3, según el Instituto Nacional de Estadística (INE). Por debajo de la media europea y eso que no es muy alta, no pasa del hijo y medio. El retraso de la maternidad trae problemas para concebir el primer hijo y tener un segundo, a veces es imposible.

La maternidad penaliza y las españolas lo han aprendido tan bien que cada vez tienen su primer hijo más tarde. Primero hay que acabar los estudios, viajar al extranjero, buscar trabajo, preparar oposiciones, conseguir un empleo fijo, promocionar en la empresa, ahora no es el momento de abandonar, la guardería no tiene un horario acorde, los abuelos están lejos... Cuando toda esta neblina empieza a disiparse va cobrando forma la silueta de otro fantasma, el de la infertilidad. El tiempo se ha ido volando.

Con 18 años sacó Paloma Molina sus primeras oposiciones. La jovencísima administrativa se matriculó entonces en la Facultad de Derecho. Estudiaba y trabajaba. Ni se le ocurría pensar en críos. Acabada la carrera se encerró en casa durante unos años para repetir como un loro un tortuoso temario que la llevaría al grupo más prestigioso del funcionariado español, el grupo A: un horario aceptable y un precioso sueldo. Por fin llegó la estabilidad. ¿También la emocional? Cuando las oposiciones entran por la puerta el amor puede saltar por la ventana. A los 31 años se había separado de su novio y retomó la misma relación a los 33. El reloj biológico seguía corriendo.

La edad media del primer parto entre las españolas es a los 29,3 años, una de las más altas de Europa. "Eso es una barbaridad, porque indica que muchas lo tienen ya cumplidos los 35, por ejemplo", explica la demógrafa del CSIC Margarita Delgado. Y cuando se mide la edad media de los embarazos en general superan los 30 años y se ponen a la cabeza de la UE. Precisamente en eso se bate el récord.
De los partos primerizos (que suponen un 54% del total), más de la mitad (56,1%) correspondieron a una madre de 30 o más años en 2005. Una década antes, ese porcentaje estaba 20 puntos más abajo, como indican las estadísticas del INE.

Entre las madres españolas el retraso de la maternidad es una tendencia imparable. Sin embargo, las extranjeras que viven en España, aunque han copiado otros hábitos, como el número de hijos que tienen en total, cada vez menos, mantienen joven su calendario de embarazos. Ellas son madres por primera vez a los 26 años, como media.

En 2005 la contribución de las inmigrantes al total de los nacimientos fue del 15%. Pero si se pone la lupa en los distintos tramos de edad de las madres las diferencias son notables. Entre los 15 y los 19 años las inmigrantes dieron a luz al 31% de los bebés; y de 20 a 24 años, cuando las españolas apenas han acabado los estudios, ellas aportaron el 36% de los niños que nacieron ese año. Y un poco mayores, de 25 a 29 años, aún el porcentaje de hijos que aportan es mayor que el peso de su población en España. Luego desciende drásticamente su aportación al total de partos /.../

Actualmente hay más de 800.000 parejas con problemas de fertilidad y sólo 38 hospitales públicos que atienden estos casos. Proliferan los privados especializados en técnicas de reproducción asistida. Cada año hay 16.000 nuevas parejas con la necesidad de pasar por esto, según la Asociación Pro Derechos Civiles, Económicos y Sociales. Los costes económicos son altos, pero ¿quién mide la frustración y el coste emocional? No se garantiza el éxito al 100%.

A pesar de todo, muchas mujeres prefieren seguir arañando años al implacable calendario de fertilidad. El momento no parece nunca el oportuno. Junto con Alemania, Reino Unido y Suiza, según datos de Eurostat, las españolas son las que más retrasan su maternidad. "Normalmente, la tasa de desempleo ha sido más elevada en España, y ahora que se ha reducido un poco, todavía se puede hablar de trabajos en precario, que afectan más a las mujeres. La estabilidad económica es fundamental para tener hijos. Pero es que además, hasta ahora, España no había prestado mucha atención a las ayudas por maternidad. Creo que se está en el camino adecuado pero se necesitará tiempo para ver si las últimas ayudas anunciadas son efectivas para incentivar los embarazos. O si se necesitan más ayudas", explica la demógrafa Margarita Delgado.

No hay estudios contrastados que indiquen que una inyección económica sea la clave, opina María Pazos, de la Plataforma por el Permiso de Paternidad, por eso ella defiende un permiso de paternidad más largo y obligatorio. En definitiva, ayudas reales. Porque el dinero no paga un horario de guarderías compatible con el trabajo de los padres y muy generosas tendrían que ser las ayudas para contratar a un particular los meses que se necesita. Así que, cuando no hay abuelas, la cosa se complica. "La oferta pública de guarderías es fundamental para estimular la natalidad", añade Margarita Delgado.

La escuela pública para menores de tres años, por la que suspiran miles de padres, apenas alcanza el 7% de la población. Y es difícil saber qué porcentaje de la demanda satisfacen las guarderías privadas con las que han de conformarse las familias. Las que tienen dinero para pagar entre 117 y 390 euros al mes, en función de la ciudad y el servicio que se reciba, según un estudio de Consumer Eroski. Y las que tienen una abuela que recoja a la criatura o la lleve por las mañanas.

Paloma Molina no responde al teléfono. Una llamada, otra. Su niña, Celia, va este año por primera vez a la guardería. Hasta ahora no conocía un termómetro. Ayer, la bronquitis subió el mercurio hasta 40. "Ya lo sabía, me lo habían dicho mil veces. Prepárate cuando vaya a la guardería". Así que hoy ha faltado al trabajo.

Ahí pueden empezar de nuevo los problemas. No se tienen hijos para triunfar en el trabajo, pero, cuando ya se han tenido, las continuas enfermedades de los pequeños en la guardería pueden desmontar de un soplo el castillo de naipes en que se convierte la agenda diaria de una madre trabajadora. Porque, de nuevo, el problema parece ser exclusivo de la madre. Las mujeres nacen con la condena implícita de hacerse cargo de la educación y la sanidad. En una encuesta entre 1.200 madres trabajadoras elaborada por la investigadora de la Universidad Carlos III Constanza Tobío pone de manifiesto que la mayor dificultad de estas mujeres para conciliar el empleo y la familia son los continuos contagios en la guardería, antes incluso que los horarios de ambas cosas. De nuevo las mujeres, en este caso las abuelas, echan una mano para salir de ese atolladero. Para las madres esta ayuda es fundamental, por encima, contestan, de la que encuentran en sus maridos. Ellos no suelen faltar al trabajo. Ellas tienen que hacerlo. Así que, cuando la abuela no vive cerca, algunas mujeres no tienen tantos hijos como quisieran.

Lo ratifica la demógrafa Margarita Delgado: "Lo que está claro es que a las mujeres les gustaría tener más hijos de los que están teniendo. En las encuestas siempre aluden a razones económicas y de conciliación familiar". Cuando se hacen prospecciones de natalidad también se interroga a las mujeres sobre los hijos que tuvieron sus madres, porque esa es la infancia que tienen idealizada. "Pero no hay que confundir esa idealización con los hijos reales que una mujer quiere tener, porque ellas también manifiestan su deseo de seguir trabajando", explica Delgado.

Lucy, la boliviana, ya espera su segundo. Paloma, madrileña, también está en ello. Le hubiera gustado tener tres hijos, pero, "con los pies en la tierra", sólo intentará que sean dos. "Tengo dificultades con la concepción, tampoco la edad que tengo es tan favorable ya y no quiero ni hablar de las dificultades para la conciliación", dice.
A Lucy también le gustaría tener tres, pero no sabe si la economía le dará para tanto. Ni siquiera sabe todavía cómo se las va a arreglar para atender al pequeño que nacerá. "Tengo conocidas que podrían ayudarme con el niño mientras trabajo; también está en España mi hermana...". Aunque buena parte de las plazas en guarderías públicas son para las inmigrantes porque su renta es la adecuada para entrar en estos centros, a veces ellas se organizan para cuidar a los bebés y poder seguir trabajando. En el piso de alguna de ellas se cuida a los niños de varias las horas que sean necesarias.

La demógrafa Margarita Delgado ha pasado toda una vida estudiando los cambios en la población y mirando de cerca la maternidad. Le gusta mencionar esta frase del ex presidente norteamericano Bill Clinton. "Dijo una vez que una sociedad no será próspera mientras sus ciudadanos no puedan trabajar y tener hijos y hacer bien ambas cosas".

http://www.elpais.com/articulo/sociedad/pais/ninos/hermanos/elpepusoc/20071124elpepisoc_1/Tes