Bilingue

Neolengua, lengua de consenso y otras lenguas de censura, por François-B. Huyghe

Controlar la lengua es poder controlar y orientar a las multitudes. De las jergas profesionales al lenguaje inclusivo hay todo un arsenal desplegado para hacer, del necesario orden de las palabras y las frases, una puesta a disposición de ambas a las ideas. Censura oficial y autocensura individual pueden conjugarse al servicio de un totalitarismo verbal para favorecer un supuesto bien. La mayor parte de los lectores estarán de acuerdo en que la lengua es un sistema de signos que, a priori, está hecho para comunicarse. Pero también hace que se interiorice un poder: utilizar algunas palabras, en cierta forma, prohíbe pensar algunas ideas.

Jergas, neolengua y lengua de consenso

Entre las lenguas de poder, distinguiremos tres familias (o tres lógicas principales): la familia “jerga”, la familia “neolengua” y la familia “lengua de consenso”. Hay que tener en cuenta que las tres ramas se entrelazan para producir variedades.

Las jergas son lenguas específicas a ciertas categorías sociales o profesionales. Permiten la comprensión en el interior de un círculo y de excluir a los no iniciados. En general, una jerga sirve para identificar a una comunidad y para hacer sentir a los demás que no pertenecen a ella. El resultado suele ser, gracias a términos esotéricos, técnicos o eruditos, un efecto de persuasión (“puesto que yo no lo entiendo, debe de ser verdad”). La incomprensión funda la autoridad. Y, el misterio, la sumisión.

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Original:
Novlangue, langue de coton et autres langues de censure
Contrôler la langue c’est pouvoir contrôler et orienter les populations. Des jargons professionnels à l’écriture inclusive, tout un arsenal s’étend pour faire de la nécessaire mise en ordre des mots et des propos une mise au pas des idées. Censure officielle et autocensure individuelle peuvent se conjuguer au service d’un totalitarisme verbal, régnant en faveur d’un supposé bien.

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