Leer y escribir, una muerte anunciada
Por Antonio Pamos -
27 septiembre, 2019
Por si usted es de los que leen en diagonal y no llega al final, le voy a desvelar el mensaje principal de este artículo: en dos generaciones, a lo sumo tres, desaparecerán la lectura y la escritura como herramientas globales de comunicación humana. ¡Ojo! La escritura en todas sus formas, porque la manuscrita ya está pidiendo un obituario a gritos.
Esta pérdida no pasará de ser algo anecdótico en el transitar del ser humano por la Tierra, sobre todo si tenemos en cuenta que leer y escribir nos acompañan desde hace solo un pequeño puñado de miles de años. De hecho, al igual que ocurre con las matemáticas, el cerebro humano es funcionalmente analfabeto, es decir, no existe ninguna área genéticamente dedicada, como sí ocurre con las capacidades sensoriales o cognitivas. Llegamos a leer y a escribir porque aprovechamos la plasticidad del cerebro en sus primeros años de maduración y reasignamos áreas cerebrales a esas funciones. Es por tanto una habilidad adquirida.
Para que el ser humano pudiera hablar fue necesaria primero una transformación orgánica de las vías respiratorias altas. Mientras que todos los mamíferos tienen la laringe en la parte alta de la garganta, el ser humano la tiene más abajo, lo que aporta holgura a las cuerdas vocales para así producir sonidos variados y diferenciados. Una factura que hemos pagado por esta modificación es que la epiglotis no cierra completamente la tráquea al comer o beber lo que nos aboca a un constante riesgo de atragantamiento.