Misiva a un profesor José L. Román

/.../ Siento la muerte del profesor asesinado en Barcelona Abel Martínez, por lo que además de transmitir desde aquí mis condolencias a la familia, quisiera rendirle con una corta misiva, un humilde homenaje extensivo también a todos los profesores españoles repartidos por nuestra geografía. A esos profesores convencidos de que el magisterio debe ser elegido por vocación y no simplemente por un sueldo fijo y seguro a fin de mes. Es oportuno, y hasta justo diría yo, que a un profesor enamorado de su magisterio pero olvidado por muchos, se le rinda un merecido reconocimiento. La misiva es de un padre anónimo de cualquier lugar también anónimo, en referencia a uno de sus hijos que cursa sus estudios en una escuela española. Dice así:

“Hoy, he tenido que hacerle un justificante a mi hijo para su maestro del Instituto. MI hijo ha faltado a clase porque tenía que ir al médico.

Evidentemente, lo he redactado correctamente, dirigiéndome a él de usted e iniciando el escrito con un “Estimado señor profesor”.

Cuando mi hijo lo ha leído se ha sorprendido y me ha preguntado porqué escribía un simple justificante con tanta corrección, ya que solamente era para el profe. Y ha añadido:

- Ni que fuera el presidente del gobierno.

A lo que yo le he respondido lo siguiente:

- Hijo mío, posiblemente tu maestro, por su condición, sea una de esas personas a las que debes el máximo respeto, ya que en teoría, de él depende en parte que en el futuro seas una persona educada y con conocimientos.

De un maestro, dependen, también los futuros presidentes de gobierno y cualquiera que desarrolle cualquier trabajo o profesión. Por sus clases pasan todas las personas que nos encontraremos en nuestra vida. En España, aunque parezca increíble, presidente de gobierno puede ser cualquiera, como has podido ver y comprobar en los últimos tiempos. Maestros por el contrario, sólo pueden ser aquellos que superan una oposición y están dispuestos, o al menos así debería ser, a una dedicación plena y a llevar una vida de entrega y esfuerzo, inculcando valores y conocimientos al bien más preciado de un padre: Sus hijos.

Todos los días cedo mí puesto a tu maestro durante gran parte del día para que colabore con tu educación, cosa que JAMÁS permitiría a un presidente de gobierno. Es por eso precisamente, que a tu maestro le demuestro respeto y afecto.

Si este justificante fuera para un presidente de gobierno, posiblemente ni siquiera lo escribiría, porque a un presidente de gobierno, a cualquier presidente de gobierno colocado en la cumbre sin opositar ni necesidad de exhibir historial académico o profesional alguno, y simplemente elegido por voluntad de la mitad más uno o por consenso entre formaciones políticas, le importa muy poco tu educación como también has podido comprobar en los últimos tiempos. Mi hijo me ha mirado sonriendo, y me ha dicho:

- Tienes razón papa”.

Los maestros de verdad; los que ejercen la enseñanza y no el proselitismo político; los que realmente dedican su vida a la educación de nuestros niños, merecen recibir tantos honores como los padres de esos niños, porque sus padres les dieron la vida, pero los maestros los condujeron por el camino de la honestidad para servir al bien común, y les enseñaron el arte de poder hacer un mundo mejor y más justo.

Ver en línea : La corte de los milagros