Eduardo Mendoza Un literato aterriza en el espacio (Sin noticias de Gurb)

Viernes 17/10/2008

REBECA YANKE

MADRID.- En su pequeña biografía oficial y on line, como corresponde a los tiempos, se lee que Eduardo Mendoza quiso ser torero, explorador y capitán de barco. Tardó poco en darse cuenta de que tales profesiones eran poco factibles y, seducido por el amor a la literatura que latía en su familia, se puso a leer.

Del lector que quería ser explorador al escritor profesional hay un paso muy pequeño. Según confiesa él mismo, "leer influyó algo en mi futura vocación". Sin embargo el libro que le catapultó al éxito internacional, ’Sin noticias de Gurb’, nació como un serial para un diario y responde además a un género poco frecuentado por el autor catalán que nos ocupa, la ciencia-ficción.

Él mismo lo explica en la nota previa a la última edición de la novela en Seix-Barral: "Visto ahora, después de transcurridos unos años desde su aparición, la razón del éxito es fácil de explicar, al menos en parte: es un libro breve y sumamente fácil de leer. Dudo que exista en toda la historia de la literatura reciente un libro más fácil de leer, por la sencilla razón de que está escrito en un lenguaje coloquial (...), también es un libro alegre, como lo fueron las circunstancias en que fue escrito: una primavera llena de sorpresas".

El resultado es la obra de ciencia-ficción más hilarante que se haya escrito en la literatura española, en la que un alienígena aterriza en la Barcelona previa a las Olimpiadas de 1992. Dos características le describen con precisión: el extraterrestre que busca a Gurb desesperadamente es un ingenuo (al que todo parece nuevo) y mantiene el arrojo inconsciente del que no tiene ni idea de lo que le espera. El nuevo habitante en la Tierra busca a su compañero de travesía pero no lo encuentra. Entonces, se repite la cantinela: Sin noticias de Gurb, Sin noticias de Gurb, Sin noticias de Gurb.

Éste, desde que llegó a la Tierra, para camuflarse, ha adquirido la forma humana de la cantante Marta Sánchez, y al protagonista le cuesta encontrarlo. En el camino, se hace millonario, se cae en todas las zanjas, se enamora, trabaja, destroza casas e intenta comprender la inquietante idiosincrasia terrícola; le cuesta.

Sus peripecias con el clima, las calles, los bares, los bancos y todos aquellos seres humanos que pululan los espacios terrícolas las narra Eduardo Mendoza a través de una técnica narrativa que divide el tiempo narrativo en fracciones mímimas. Es una de las razones de que se lea con tanta facilidad. Por ejemplo: "08.01, Arrollado por un taxi, 08.02, arrollado por una furgoneta de reparto, 08.03, arrollado por un taxi".

El resultado es un despojo humano (en tanto que el alienígena buscador de Gurb adopta apariencia de terrícola) que se pasea por la ciudad de Barcelona con un sombrero de copa donde esconde kilos y kilos de hielo. Su calor corporal triplica el de los humanos y un sombrero congelante le parece la mejor solución para pasar desapercibido.

Una ciudad, Barcelona, para una legión de escritores y paseantes

La vida literaria de Eduardo Mendoza es difícil de entender sin Barcelona, al igual que con muchos otros autores contemporáneos suyos, como Manuel Vázquez-Montalbán o Juan Benet. Pero Mendoza también se ha confesado miembro de un extraño Club de Desarraigados, aquel en el que los funcionarios internacionales forman una célula particular. Sin embargo Mendoza decidió, por suerte para sus lectores, abandonar el peregrinaje cuando intuyó que podía vivir de la literatura.

Pese a parecer un solitario, este autor ha mantenido intensas relaciones con otros escritores, como Juan García-Hortelano y, sobre todo, con el poeta catalán Pere Gimferrer, que ha sido el editor de todas sus obras en España. Además, según se lee en su página personal en internet, a menudo desayuna con Félix de Azúa, "con quien discute los titulares de la prensa, no siempre de forma pacífica".

Tras vivir 10 años en Nueva York, Mendoza regresó a su ciudad natal, Barcelona, de la que afirma: "Hemos formado un matrimonio que ha ido muy bien. Hemos tenido hijos muy sanos y fuertes. Pero mi intención no era ésta. A mí lo que me interesaba era lo que sucede en la ciudad, así en genérico".

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