A debate: el botellón

España exporta el botellón

En Suiza, las autoridades intentan frenar una moda que se expande por Internet: cientos de jóvenes se citan para emborracharse en plena calle. Copiaron la práctica de sus coetáneos españoles. El fenómeno, que germinó durante la Eurocopa, acaba de llegar a Portugal

MARÍA TERESA BENITEZ DE LUGO | Ginebra

Lluvia, frío y periodistas. Había que estar motivado para participar en el segundo botellón del verano en Suiza, organizado, la semana pasada, en el Parque de Bastions de Ginebra. A las nueve de la noche, hora de la cita que se había propagado por la red social de Internet Facebook, el lugar estaba casi desierto. Con las horas, el cónclave se fue animando. A las once, la fiesta contaba con unos quinientos participantes. No eran los miles esperados, pero montaron una de las mayores juergas públicas que se recuerdan en el país más manso de Europa. Podrían haber sido más, pero las autoridades prohibieron los botellones convocados en Lausana, Berna y Zurich.

A pesar del mal tiempo, el alcohol corre a raudales. Litro y medio por persona es el promedio de la noche. Un poco más lejos, Pierre y Jérôme, ambos 22 años y la mirada encendida, exhiben sendas botellas rellenas con vodka, Red Bull, lima y azúcar. Con su reciente diploma de Relaciones Públicas en el bolsillo, Pierre se queja del precio de las bebidas en bares y discotecas: «Ganando 3.100 francos (1.928 euros) mensuales, me es difícil pagar 20 francos (12 euros) por bebida. Además, en Ginebra faltan lugares para reunirse».

Un poco antes de medianoche, llega un invitado de excepción, el mismísimo alcalde de la calvinista Ginebra, Manuel Tornare, que quiso ver el botellón con sus propios ojos. «No vamos a ser como Poncio Pilato. Estos jóvenes representan el futuro y durante las fiestas de la ciudad también hay mucha gente que se emborracha», comentó.

Uno de los importadores del botellón en Suiza es de origen español.Javier Martínez, 24 años, gallego de nacimiento y suizo de adopción, lanzó la idea en Facebook a pequeña escala. Pocas semanas después, en el parque ginebrino de Bastions, ya eran cientos los autoconvidados.

«Los jóvenes buscamos una alternativa a las discotecas. Una botella de alcohol cuesta 15 francos (9 euros) en un supermercado y hasta 250 (150 euros) en un pub», explica Martínez a Crónica. Para estos chicos, el alcohol a edades tempranas no es un problema, sino un «lubricante social», como defiende Raphaël Lutz, uno de los precursores del fallido botellón de Lausana.

Tras el primer botellón, pronunciado en Suiza botéyon, las autoridades reaccionaron prohibiendo tajantemente el siguiente encuentro, programado para el pasado 8 de agosto. La insistencia de los organizadores y la tradición ginebrina de diálogo social ganaron la partida.

No todos son igual de magnánimos. Muchos se interrogan sobre la idoneidad de esta moda venida de España, que germinó tras la victoria ibérica en la Eurocopa. Pierre Maudet, consejero del cantón de Ginebra para la juventud, vaticinó que serían los elementos los que acabarían con esta armada invencible de jóvenes beodos: «El mal tiempo suizo apagará los ardores del botellón».

LEY ANTIBOTELLON

Pierre Maudet critica las campañas de publicidad contra el alcohol, a su juicio «demasiado amables». Los especialistas coinciden en que la situación es preocupante: el consumo de alcohol en Suiza comienza cada vez a edades más tempranas. De acuerdo con un estudio publicado en mayo por el Instituto Suizo de Prevención del Alcoholismo, el 28% de los chicos de 15 años y el 18% de las chicas confiesan haberse emborrachado al menos dos veces en su vida.

Las urgencias de los hospitales se llenan cada fin de semana con jóvenes de 14 y 15 años, principalmente chicas. Existen hasta concursos de vómitos, sobre todo en primavera y verano, para ver quién arroja primero las sustancias tragadas a toda prisa antes de empinar el codo.

Tras llegar a la pulcra y ordenada Suiza, el fenómeno sigue extendiéndose por Europa. En Portugal, varios alcaldes han protestado por los problemas de suciedad y desorden público causados por los botellones, copiados de los que se celebraban al otro lado de la frontera ibérica. Macario Correia, alcalde de Tavira, a 20 kilómetros de España, ha pedido que se aplique la misma Ley Antibotellón que aprobó el parlamento de Andalucía en octubre de 2006.

Las autoridades, en Portugal o Suiza, se sienten impotentes ante las estrategias cibernéticas. Los llamamientos al botellón circulan por Internet y se propagan a velocidad fulminante, como ocurrió en territorio helvético, donde los organizadores prometen nuevas fiestas públicas en breve. Llueva, truene o nieve.

http://www.elmundo.es/suplementos/cronica/2008/672/1220133606.html