Muere uno de los últimos kawésqar puros de la Patagonia chilena

SANTIAGO DE CHILE.- Uno de los últimos representantes puros de la comunidad kawésqar, pueblo nómada de la Patagonia chilena, ha fallecido a causa de un ’shock’ séptico, informó la prensa de la austral ciudad de Punta Arenas.

Alberto Achacaz Walakial, de 79 años, se encontraba hospitalizado desde mediados de junio en la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital Naval de esa ciudad, a 2.400 kilómetros al sur de Santiago y falleció el 4 de agosto.

Según explicaron los médicos al diario ’La Prensa Austral’, de Punta Arenas, Achacaz Walakial había llegado al recinto asistencial hospital con deshidratación y con signos físicos de la situación de abandono en que se encontraba debido a su negativa a ingresar en un hogar de ancianos.

La situación de Achacaz, que estuvo en los últimos días conectado a un ventilador mecánico, reveló las vulnerables condiciones de vida de los últimos hombres puros de la etnia kawésqar, cuyas viviendas se levantan en lugares inhóspitos, húmedos y una casi nula comunicación con los "chilenos".

Hace un mes, su hija Verónica Achacaz criticó a los organismos gubernamentales, pues, según ella, nunca existió una oportuna preocupación por el estado de su padre, quien hace varios meses esperaba audífonos para atenuar su sordera y mejoras para su vivienda.

Sin embargo, la Corporación Nacional de Desarrollo Indígena, que facilitó la urna y el servicio funerario, descartó que Achacaz estuviera en una situación de abandono.

El kawésqar quedó viudo en 1999, situación que lo dejó muy afectado, y además fue víctima de dos accidentes. Primero lo atropellaron, lo que le provocó una fractura en una de sus piernas y luego se incendió su casa. Alberto Achacaz continúo con su vida normal, construyendo canoas de pieles de lobo marino y tejiendo canastos de junco, en la soledad de su hogar.

Los miembros de la etnia kawésqar, llamados también ’Nómadas del Mar’, habitan principalmente en el sector de Puerto Edén, en la Región de Magallanes La lenta desaparición de este pueblo canoero preocupa a los pocos miembros que van quedando, ya que cada vez son menos quienes transmitan su memoria histórica y su lengua.

A finales del siglo XIX la población de kawésqar ascendía a unas 800 personas, tras años de exterminio sistemático, cuando los grandes latifundistas de la zona pagaban un precio por cada indígena muerto a cazadores que les presentaban como prueba las orejas de sus víctimas.

Durante el siglo XX esa cantidad se redujo a 61 miembros, debido a enfermedades venéreas, tuberculosis y alcoholismo. Ahora su población asciende a unas 336 personas, entre puros y descendientes de segunda a cuarta generación.

http://www.elmundo.es/elmundo/2008/08/05/obituarios/1217964420.html