LA INQUISICION

El “gran hermano” represor de los siglos XV a XIX

Creada como un tribunal político que posteriormente se puso al servicio de los intereses de la Iglesia, la Inquisición es la institución más polémica de la Historia española y ha hecho correr ríos de tinta. Entre los siglos XV y XIX persiguió y condenó de manera fulminante, primero, a los judeoconversos; luego, a los moriscos, protestantes, brujas y otros herejes y, ya en el siglo XVIII, a masones y librepensadores. El llamado Santo Oficio desapareció definitivamente en 1842

PALOMA CORREDOR

La Inquisición española fue un tribunal creado a finales del siglo XV y que se mantuvo vigente hasta el XIX, despertando a lo largo de todo ese tiempo un enorme interés por parte de historiadores, literatos y ensayistas. Lo que comenzó siendo un tribunal político acabó vinculándose a la Iglesia. En sus primeros años de vida persiguió a los judeoconversos; luego a los moriscos, protestantes, brujas y otras desviaciones heréticas y, finalmente, a masones y librepensadores.
Aunque hubo una Inquisición medieval, con la monarquía de los Reyes Católicos se produjo un cambio sustancial. Avidos de consolidar su poder absoluto, instaron al Papa para que dotara de una Inquisición nueva a la Corona de Castilla. Lo consiguieron en 1482. Con el nombramiento de Fray Tomás de Torquemada como Inquisidor General, dio comienzo la Inquisición moderna. El Inquisidor General era la cabeza del aparato, el presidente del Consejo de la Suprema y General Inquisición. A medida que el Santo Oficio se extendió por la Península se fueron creando diversos tribunales.

El punto de partida que abría la fase instructiva de un proceso era la delación en base a sospechas suscitadas por comportamientos, gestos o frases del acusado, o bien la acusación o la pesquisa realizada directamente por el tribunal. La denuncia tenía que ser avalada por testigos cristianos, ricos y de sexo masculino, e implicaba el arresto preventivo del denunciado. Después comenzaba el proceso -una especie de juicio con acusación fiscal y abogado defensor- y el acusado era absuelto o sentenciado. La culminación del proceso era el auto de fe, que consistía en un acto solemne con misa, sermón y lectura de las sentencias. En cada sentencia se combinaban tres clases de penas: espirituales, corporales y financieras.

La actividad de la Inquisición puede dividirse en cuatro periodos: de 1480 a 1530 hubo una etapa de intensa represión dirigida sobre todo a los judaizantes. De 1530 a 1620, la persecución se centró en los moriscos. Entre 1620 y 1720 se redujo la actividad de los tribunales, aunque se produjo una reactivación del antijudaísmo a raíz de la llegada de los judaizantes portugueses a la Península. Por último, entre 1720 y 1820 el judaísmo desapareció y la actividad inquisitorial se concentró en perseguir los delitos ideológicos.

TORTURAS

Garrocha, toca y potro, las favoritas

L a sanción más frecuente era la abjuración. También se imponían numerosas penitencias, como la obligación de llevar sambenito -un traje especial-, azotes, destierro o años de galeras. En los casos de reincidencia o cuando el reo estaba convencido de la herejía se imponía la condena a muerte. Pero el castigo más conocido era la tortura. El Santo Oficio tenía predilección por la garrocha, la toca y el potro. La garrocha suponía colgar al condenado por las muñecas de una polea en el techo, con grandes pesos sujetos a los pies, para alzarlo lentamente y luego soltarlo de un estirón, tensando y dislocando brazos y piernas. La toca consistía en atar al reo sobre un bastidor, forzarlo a abrir la boca y meterle una toca o paño por la boca hasta la garganta para obligarle a beber agua vertida de un jarro. El potro era una banqueta donde se ataba al acusado con cuerdas que se iban apretando para que le atravesaran la carne.

MAS

DELITOS IDEOLÓGICOS. La Inquisición siempre persiguió la tentación de pensar. Primero se proyectó hacia todo intento de discrepancia respecto a la ortodoxia católica. Después, hacia la cultura impresa. Tanto que elaboró muchos índices de libros prohibidos.

CENSURA. El género literario fue el más odiado. Obras de Lope de Vega, Quevedo, Dante, Boccaccio y hasta libros de algunos espirituales españoles -Fray Luis de Granada o San Francisco de Borja- fueron prohibidos.

SUPRESIÓN. La Inquisición fue definitivamente abolida por el Real Decreto del 15 de julio de 1834 firmado por la reina regente María Cristina. En sus últimos tiempos había fuerza e influencia y sufrió las fuertes críticas de los ilustrados, que mezclaron los argumentos regalistas -afán de imponer los criterios del Estado sobre la Iglesia- y los ideológicos -defensa del principio de tolerancia. Aun así, figuras ilustradas como Olavide o Jovellanos fueron procesados.

CAZA DE BRUJAS. La Inquisición también reprimió las abundantes supersticiones de la cultura popular. Y aunque la “caza de brujas” en España fue menor que en otros países europeos, a principios del siglo XVII se produjo una importante oleada de persecuciones en la zona de los Pirineos, como las cuevas navarras de Zurragamurdi. La Inquisición intervenía cuando se hacían invocaciones de demonios, encantaciones y otras artes mágicas. Además, se perseguía el uso de filtros, sortilegios y bebidas para conseguir el amor de un hombre o una mujer, los maleficios -agravados si se mezclaban cosas sagradas- para ejercitar determinadas venganzas, los recursos para buscar supuestos tesoros maravillosos o los hechizos para curar enfermedades.

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